Mientras una cuerda de tender se magnificaba en una ilustrada linea matemática sobre el amor y el universo, entre patas la penumbra estaba llena de chasquidos, suspiros, estruendos mínimos y desesperación. Al otro lado el caos ordenado seguía su rítmica danza, siempre sometida al bolígrafo rosa de las alturas.
La Casa Franca, como es costumbre, se rinde ante los encantos del estrés y el vértigo de un trabajo al límite de lo imposible. Presupuesto ínfimo, tiempo irrisorio y recursos nulos para recrear la paranoia de Max Cohen, protagonista de "Pi" obra que en esta ocasión la directora Lucia Parro a dilucidado llevar a teatro. Una adaptación increible que esperamos sigua creciendo.
Nuestro trabajo está hecho: